Cali, abril 19 de 2025. Actualizado: sábado, abril 19, 2025 00:20

Alberto Ramos Garbiras

Gaitán luchó contra los entrampamientos

Alberto Ramos Garbiras

El 9 de abril se cumplieron 77 años del vil acto criminal contra Jorge Eliécer Gaitán, líder popular colombiano que luchó para cambiar las costumbres políticas en Colombia.

El país, hasta el 9 de abril de 1948, continuaba sin encontrar un rumbo para conducir la democracia hacia prácticas sanas de funcionamiento institucional.

El siglo XIX había sido tortuoso desde el nacimiento constitucional del Estado (1821) hasta el fin de la guerra civil de los Mil Días (1903), pues ocho guerras civiles y más de 35 guerras locales habían ensangrentado el territorio nacional; y los intentos de orden territorial (centralismo o federalismo) fueron uno de los objetivos de las disputas bipartidistas, que protagonizó la oligarquía renovada con actores consanguíneos o entroncados con élites de poder sucesivas, buscando acrecer y afianzar los poderes regionales logrados desde gobiernos anteriores en provincias, cantones, parroquias y municipios.

Los otros objetivos o factores de esas guerras civiles fueron: no dejar liberar a los esclavos; continuar los caudillos agrarios con los beneficios que traían desde la Colonia como criollos acomodados; imponer la religión católica sobre los otros cultos; impedir el reparto de la tierra; afianzar el poder regional de los supremos caciques y líderes agrarios; invocar la soberanía de las regiones para manejar zonas enteras con intereses económicos y de clase o castas; concentrar el poder de manera unipersonal, apoyados en un bipartidismo nuevo con el Partido Nacional en la Regeneración Nuñista para manejar la contratación nacional, bloqueando las autonomías que enarbolaba el federalismo desde el Olimpo Radical.

El siglo XX en Colombia arrastró los vicios de ese bipartidismo amorfo y surgió el Republicanismo (1886-1903), una fusión de liberales y conservadores como zaga de la Regeneración, es decir, otra etapa de conservatización de los dos partidos políticos, con los gobiernos de Rafael Reyes, Ramón González Valencia, Carlos E. Restrepo, José Vicente Concha, Marco Fidel Suárez, Jorge Holguín Mallarino, Pedro Nel Ospina y Miguel Abadía Méndez.

Todos se desempeñaron desde 1904 hasta 1930. Sumadas las dos etapas de esta conservatización, son 44 años de hegemonía conservadora porque, en ese trasegar, Rafael Núñez se comportó como un conservador, a la par que todo lo fraguaba con Miguel Antonio Caro, el más derechista, deshonesto y manipulador de todo el mosaico de presidentes de este período.

Gaitán nació en 1898 y desde los 14 años se impactó al escuchar a Rafael Uribe Uribe, el intelectual, abogado y liberal radical que hablaba del socialismo de Estado.

Participó en tres guerras civiles para defender las ideas liberales, atacar el proyecto de Núñez como traidor de su partido, impedir el desplome de la Constitución de Rionegro y reclamar el respeto por el derecho a la participación, la reforma laboral y la flexibilización en la tenencia de la tierra, entre otras proclamas.

El padre de Gaitán era un liberal radical supérstite, librero de oficio y lector infatigable; le transmitió a su hijo la pasión por la lectura y le facilitó las búsquedas de buenos autores para su formación.

Gaitán estudió Derecho en la Universidad Nacional y se especializó en la parte penal estudiando en Roma, orientado por un socialista de prestigio como Enrico Ferri.

En 1930 ganó las elecciones Enrique Olaya Herrera, un liberal boyacense, exministro de dos gobiernos conservadores, que representó a su partido dejando la Cancillería, para enfrentar las elecciones ante los conservadores Vásquez Cobo y Guillermo Valencia, seleccionados o nominados por los párrocos de muchos municipios, pero no lograron ponerse de acuerdo en un solo nombre.

Después de 44 años de hegemonía conservadora surgió lo que luego denominarían la República Liberal (1930-1946), 16 años con cuatro presidentes liberales: Olaya Herrera, López Pumarejo, Eduardo Santos y Lleras Camargo.

La actividad política de Gaitán podemos enfocarla desde 1924. Se destacó como orador durante el debate sobre la masacre de las bananeras (1928) y allí dejó ver su profunda pasión por las causas populares, la cual creció en la medida que se adentró en campañas políticas, correrías; desde la Cámara de Representantes ya había demostrado capacidad legislativa y conocimiento de la problemática del país.

Como alcalde de Bogotá o como ministro de Trabajo dejó su impronta para defender los derechos sociales, inclusive en exceso, pues fue objeto de burlas y sorna por las medidas tomadas (desayunos escolares, alimentos para los indigentes, calzado para los pobres, prohibir los avisos de los almacenes y tiendas en inglés, uniformar a los choferes…), para ordenar la vida urbana en Bogotá.

Según Antonio García Nossa, amigo y asesor durante los últimos cinco años de su vida truncada a los 50, los objetivos de Gaitán, entre otros aspectos, fueron cinco los básicos: 1) Modificar el Estado de casta ensamblado por la oligarquía; 2) Establecer un control estatal sobre la economía de competencia; 3) Implementar un criterio socialista para la distribución del ingreso; 4) Eliminación de los privilegios de clase dentro de los partidos políticos; 5) Aplicación multidimensional de la democracia para obtener una democracia económica, democracia política y democracia social.

Gaitán no pretendió introducir abruptamente el socialismo como sistema imperante, buscaba gradualmente cambios sociales, un Estado de justicia, de derecho y de servicios, que organizara las bases y educara ideológicamente para un nuevo sistema de vida.

Clamaba por trabajos justos y contra la miseria. Sobre la salud, Gaitán reclamaba mayor atención a las enfermedades, la maternidad y la vejez.

Su aspiración era popular, nacionalista y democrática. (García Nossa, 1954).

Gaitán fue admirador de Manuel Murillo Toro, quien desempeñó la presidencia dos veces en el siglo XIX y concibió una reforma agraria que hiciera justicia con los desposeídos de la tierra, desconocidos por hacendados y terratenientes que habían acaparado los mejores predios desde que Colombia se independizó de los españoles.

Gaitán también exponía la necesidad de una reforma agraria para utilizar mejor el campo y abrir sitios de trabajo.

Al mismo tiempo, explicaba la necesidad de impulsar la industrialización de Colombia porque, de no ser así, las ciudades no tendrían cómo recepcionar a los migrantes internos y el repoblamiento de las ciudades grandes no encontraría los productos agrícolas suficientes para ofrecer al flujo de habitantes.

Jorge Eliécer Gaitán criticaba a la oligarquía, concibiéndola como una casta de la burguesía que se dedicaba a medrar alrededor del poder político.

Los veía como la perpetuación de una dirigencia que se reproducía familiarmente o colateralmente por la identidad con los intereses económicos que portaban y siempre habían influido en todos los gobiernos.

No hacía diferencia entre las élites liberales y conservadoras que dirigían el país, hablaba de la oligarquía liberal-conservadora y el pueblo en otro lado, utilizado por ellos.

Esa oligarquía, por su origen humilde, lo trataba de negro o de indio, o como un desclasado que había ascendido y escalado por su volcánica voz de agitador de masas.

El trasegar político de Gaitán se produce inicialmente en los últimos dos gobiernos de la hegemonía conservadora (1924-1930), continúa durante los gobiernos liberales (1930-1946), y los dos últimos años como jefe nacional del Partido Liberal.

En 1933 fundó un movimiento político llamado UNIR, el cual desmanteló en 1935 para volver al liberalismo.

En estos períodos o tiempos sufrió varios entrampamientos para no dejarlo ascender, o para que se equivocara, o para impedir su brillantez, que opacaba a los tres mandatarios principales de menor perfil ante las bases del Partido Liberal.

Por eso se unieron López Pumarejo, Eduardo Santos y Alberto Lleras, para impedir su candidatura única en 1946; dividieron al Partido Liberal con la candidatura de Turbay Avinader.

Le tendieron la trampa y, en efecto, el liberalismo volvió a perder la presidencia como había ocurrido en los 44 años anteriores.

Ante el crecimiento electoral se convirtió en una amenaza para la oligarquía que ya estaba otra vez en el poder (porque lo estaban con azules o con rojos), habiendo elegido a Mariano Ospina Pérez, y se desató una ola de asesinatos para extinguir a los líderes gaitanistas: 15.000 asesinatos en ciudades y campos de Colombia.

Un entrampamiento al elegirlo jefe del liberalismo, creyendo él que desde adentro del partido podría reformarlo.

Perdió la elección, pero se propuso ganar la presidencia en 1949. Laureano Gómez, jefe conservador y mentor del presidente Ospina, era admirador de Hitler, Mussolini y Franco, líderes totalitarios fascistas en Alemania, Italia y España; fue embajador en Alemania.

Laureano Gómez extrapoló la violencia de los franquistas contra los republicanos en España y extendió el odio contra las bases populares contrarias a sus apetencias. A Gaitán solo faltaba asesinarlo, y así lo hicieron.

Cita bibliográfica

García Nossa, Antonio. Gaitán y el camino de la revolución colombiana. Libro publicado por Ediciones Camilo. Talleres de Impresos Litográficos. Bogotá, abril de 1974.

(*) Abogado de la Universidad Santiago de Cali(USC); especialización en derecho constitucional de la Universidad Libre; Magíster en Ciencia Política de la Universidad Javeriana; PhD en Política Latinoamericana, Universidad Nacional de Madrid (UNED- España); estudios de actualización política en la Universidad Complutense de Madrid. Ha sido profesor de las cátedras: derecho internacional, ciencia política, derechos humanos, derecho constitucional y derecho ambiental, en la Universidad Libre, Cali .

Comments

miércoles 16 de abril, 2025
ads_top
Powered by Sindyk Content
Arriba