Tapen,tapen,tapen

Mi comentario de ayer sobre el cura párroco italiano que se suicidó ha ocasionado de parte de mis lectores y oyentes unas singulares reacciones hasta tratando algunos de levantar el tapete donde se han escondido casos similares en Colombia.

Es posible que los haya, pero ni los obispos ni la misma Conferencia Episcopal ha adoptado en su momento la transparencia que ha tenido la iglesia italiana con el suicidio del párroco del Piamonte.

Más aún, se hizo conocer una dolorosa anécdota ocurrida hace tan solo unos días alrededor de monseñor Víctor Manuel Ochoa Cadavid, quien sufrió un infarto que le causó la muerte el 2 de junio pasado, cuando acudía ante el despacho del cardenal Rueda para contarle, muy impactado, los detalles del suicidio de un sacerdote castrense bajo su jurisdicción pues el obispo fallecido se desempeñaba como obispo castrense.

De ese caso no se dijo nada y las informaciones decían que monseñor Victor había muerto de males del corazón que sufría de antaño.

Tampoco, por supuesto, se comunicó quien fue el sacerdote suicidado ni a cual destacamento militar estaba sirviendo.

En Italia la transparencia, también novedosa para ese país y esa iglesia añeja, parece haber surgido luego de la llegada del papa Prevost, que en pocos días al mando del Vaticano ha dado muestras de buscar transparencia en todos sus actos.

Pero como todo se junta, la semana pasada, exactamente el día jueves, un cura que celebraba la misa en la iglesia del barrio La Hacienda en Cali, habló a sus fieles en la homilía sobre que en los últimos 20 años en Colombia se han suicidado más de 30 sacerdotes y tres seminaristas, lo que a todas luces suena exagerado aunque advirtió que los obispos se reunirán para tratar el tema.

En solo Cali se sabía que un cura apartado de la curia por denuncias de abusos sexuales se suicidó en el 2016 en su casa de campo de La Cumbre. A todos los otros casos, si es que los hubo, los cubre el silencio.

Comments