Cali, septiembre 17 de 2025. Actualizado: miércoles, septiembre 17, 2025 21:31

La doble presión sobre Colombia

Dólar en mínimos y la descertificación de EE. UU.

Dólar en mínimos y la descertificación de EE. UU.
Foto: Pixabay
jueves 18 de septiembre, 2025

La economía colombiana enfrenta, de manera simultánea, dos golpes que reconfiguran su panorama de corto y mediano plazo: la depreciación del peso colombiano, que alcanzó nuevos mínimos en lo corrido del año, y la decisión del Gobierno de Estados Unidos de descertificar al país en la lucha contra el narcotráfico, una medida con profundas implicaciones económicas y diplomáticas.

Ambos factores no solo impactan los mercados financieros, sino que también ponen en tela de juicio la capacidad de la política económica nacional para responder a choques externos e internos de gran magnitud.

El peso bajo presión: dólar rompe el piso de los $3.900

De acuerdo con el más reciente informe de Itaú, el peso colombiano cerró en $3.874, consolidándose como uno de los niveles más bajos del año.

La moneda local acumula una depreciación del 12,05% en lo corrido de 2025, en contraste con otras monedas de la región como el real brasileño (-16,62%), el peso mexicano (-13,71%) y el peso chileno (-4,97%).

La caída refleja no solo factores externos, como la expectativa de decisiones de la Reserva Federal de Estados Unidos (FED), sino también riesgos internos asociados a la incertidumbre política y fiscal.

El banco proyecta que la moneda mantendrá un sesgo bajista en los próximos días, con soportes en los $3.842 y resistencias cercanas a los $3.915.

La lateralidad del mercado, observada tras cuatro jornadas de valorizaciones, sugiere que la divisa aún no encuentra un punto de estabilidad.

A ello se suma el repunte del dólar global (DXY), que ronda los 96,7 puntos, y la volatilidad en los precios del crudo, con el Brent fluctuando en torno a los US$68,5.

La lectura es clara: un peso debilitado encarece las importaciones, presiona la inflación y golpea el bolsillo de los hogares. Importadores de bienes básicos y de insumos productivos verán un aumento en sus costos, lo que tarde o temprano se trasladará a los consumidores finales.

En un país con alta dependencia de importaciones agrícolas e industriales, esta depreciación se traduce en un desafío directo para el poder adquisitivo de los hogares colombianos.

La descertificación: un golpe diplomático con impacto económico

Como si la presión cambiaria no fuera suficiente, Colombia recibió el 15 de septiembre un revés diplomático de gran calado: la descertificación oficial por parte del Gobierno de Estados Unidos en materia de lucha contra el narcotráfico.

Se trata de un mecanismo que Washington utiliza para evaluar la cooperación de los países en la reducción de cultivos ilícitos y el combate a las organizaciones criminales.

Colombia había recuperado su certificación en 1998, luego de perderla en 1996, y desde entonces no había vuelto a enfrentar un episodio de este calibre.

De acuerdo con Itaú, la medida puede derivar en sanciones económicas y comerciales, restricción al acceso a créditos multilaterales y afectación en la cooperación bilateral.

Reportes previos de AmCham han estimado que el impacto en inversión extranjera directa podría estar entre US$1.600 millones y US$2.200 millones anuales, sumado a la pérdida de turismo estadounidense y la caída en el flujo de capitales.

Esto es particularmente relevante si se tiene en cuenta que, en 2024, Estados Unidos representó el 38% de la IED total hacia Colombia.

El mensaje político tampoco es menor. La descertificación llega en un contexto de tensiones entre el Gobierno colombiano y sectores internacionales que cuestionan la eficacia de las políticas contra el narcotráfico.

En el ámbito interno, genera presión adicional sobre el Ejecutivo y podría incidir en el clima de negocios, reduciendo la confianza de inversionistas y empresas.

Conexión entre los dos choques

Aunque a primera vista se trata de fenómenos distintos, lo cierto es que la depreciación del peso y la descertificación de Estados Unidos se retroalimentan.

El riesgo país tiende a aumentar en escenarios de sanciones y deterioro de la cooperación internacional, lo cual golpea la confianza de los inversionistas y presiona aún más la salida de capitales.

En paralelo, un dólar más caro eleva los costos de financiamiento externo, encarece la deuda y reduce el margen de maniobra del Gobierno en materia fiscal.

El efecto combinado amenaza con desacelerar la inversión extranjera, encarecer el acceso a divisas y erosionar la competitividad de sectores clave.

La industria exportadora podría beneficiarse de un peso más débil en el corto plazo, pero si las sanciones restringen mercados y acceso a créditos internacionales, los beneficios se desvanecen.

En cambio, los costos para el consumidor y para el aparato productivo serían inmediatos.

Escenarios futuros

El panorama plantea varios escenarios posibles:

Escenario de resiliencia: Si el Gobierno logra contener la depreciación mediante mensajes claros al mercado, acompañados de políticas fiscales y monetarias consistentes, y si las sanciones derivadas de la descertificación son moderadas, Colombia podría capear la tormenta. Sin embargo, se requiere una estrategia diplomática activa para mitigar los riesgos internacionales.

Escenario de vulnerabilidad: Si la descertificación escala hacia sanciones severas y el peso continúa en su senda bajista, la economía enfrentaría un cóctel adverso de inflación importada, deterioro de la inversión y caída de la confianza. Esto pondría en entredicho las metas de crecimiento y de estabilidad fiscal para 2025 y 2026.

Escenario intermedio: Un peso que encuentra estabilidad en torno a los $3.900-$3.950 y sanciones limitadas, que aunque afecten la IED, no bloqueen el acceso a financiamiento multilateral.

Este escenario es plausible si Colombia implementa medidas más agresivas contra el narcotráfico y logra un acuerdo político interno para blindar la estabilidad macroeconómica.

Colombia enfrenta una coyuntura crítica

La depreciación del peso y la descertificación de Estados Unidos son señales que no pueden ser ignoradas: juntas, reflejan la fragilidad de la economía ante choques externos y la urgencia de fortalecer la confianza interna.

Las cifras muestran un país que necesita actuar con rapidez y coherencia para evitar que la volatilidad cambiaria y las sanciones diplomáticas erosionen aún más su competitividad.

El reto es inmenso, pero también es la oportunidad de replantear la estrategia económica y diplomática con un enfoque más integral y de largo plazo.


Dólar en mínimos y la descertificación de EE. UU.

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